En estos días estoy aburrido de ver a los ateos las absurdas campañas de descrédito a la que nos someten. Soy el primero en afirmar sin pudor que las religiones están manipuladas por el hombre, sin excepción, inventando y tergiversando la historia en beneficio de unos pocos. A las grandes me remito y ya llevo unos cuantos artículos donde no salen muy bien parados musulmanes, cristianos o judíos. Pero al igual que me reafirmo en hechos, aportado pruebas, no es de recibo ver cómo otros, ignorantes de la historia, son capaces de afirmar, sin tapujos, que Jesús de Nazaret jamás existió, que es un invento de la Iglesia, y que en realidad el personaje se basó en otros dioses.
No les basta con contemplar la Síndone, la Sábana Santa, pese a la contundencia de las pruebas históricas que demuestran su origen. Los más acérrimos ateos quieren hacer ver que el personaje de Jesús de Nazaret jamás existió, como si los Evangelios Canónicos fueran los únicos libros de la época en los que se menciona.
Alicia Canto, de la Universidad Autónoma de Madrid, en el año 2005, publicó un estudio donde se revelaban testimonios antiguos sobre la existencia histórica de Jesús, evitando en lo posible incluir citas de libros que pudieran ser considerados como afines a los apóstoles. Y la realidad es que aparecen bastantes libros en los que se recoge la existencia de un Jesús de Nazaret, independientemente de su divinidad. Me he limitado a transcribir algunas de las conclusiones, citadas por Alicia Canto.
Textos paganos y romanos
1) Tácito, Anales, XV, 44: (h. 116 d.C.) (época de Tiberio y Nerón)
Sed non ope humana, non largitionibus principis aut deum placamentis decedebat infamia, quin iussum incendium crederetur. ergo abolendo rumori Nero subdidit reos et quaesitissimis poenis adfecit, quos per flagitia invisos vulgus CHRESTIANOS appellabat. auctor nominis eius CHRISTUS Tiberio imperitante PER PROCURATOREM PONTIUM PILATUM SUPPLICIO ADFECTUS ERAT; repressaque in praesens exitiabilis superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, originem eius mali, sed per urbem etiam, quo cuncta undique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque…
2) Suetonio, Vita Claud., XXV, 4 (hacia 120 d.C.) (época de Claudio)
(Claudius)…Iudaeos impulsore CHRESTO assidue tumultuantis Roma expulit. Germanorum legatis in orchestra sedere permisit…
3) Plinio el Joven, Epist. X, 96: (h. 112 d.C.) (escribiendo y consultando a Trajano)
C. PLINIUS TRAIANO IMPERATORI 1. Sollemne est mihi, domine, omnia de quibus dubito ad te referre. Quis enim potest melius vel cunctationem meam regere vel ignorantiam instruere? Cognitionibus de Christianis interfui numquam: ideo nescio quid et quatenus aut puniri soleat aut quaeri […] 5. praeterea male dicerent CHRISTO, quorum nihil cogi posse dicuntur qui sunt re vera Christiani, dimittendos putavi. 6. Alii ab indice nominati esse se Christianos dixerunt et mox negaverunt; fuisse quidem sed desisse, quidam ante triennium, quidam ante plures annos, non nemo etiam ante viginti. [Hi] quoque omnes et imaginem tuam deorumque simulacra venerati sunt et CHRISTO male dixerunt. 7. Affirmabant autem hanc fuisse summam vel culpae suae vel erroris, quod essent soliti stato die ante lucem convenire, carmenque CHRISTO QUASI DEO DICERE secum invicem seque sacramento non in scelus aliquod obstringere, sed ne furta ne latrocinia ne adulteria committerent, ne fidem fallerent, ne depositum appellati abnegarent.
4) Luciano de Samósata, De morte Peregrini. (Segunda mitad II d. C.; tiene otra alusión similar en otra de sus obras, el “Proteo”)
«Después, por cierto, DE AQUEL HOMBRE A QUIEN SIGUEN ADORANDO, QUE FUE CRUCIFICADO EN PALESTINA por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres… además su primer legislador les convenció de que todos eran hermanos y así, tan pronto como incurren en este delito, reniegan de los dioses griegos y en cambio adoran a aquel sofista crucificado y viven de acuerdo a sus preceptos.»
5) Mara Bar Serapión, filósofo sirio, entre el año 73 y el siglo III (en una carta a su hijo, reflexionando sobre lo poco que los pueblos obtienen de matar a los sabios):
¿Qué ganaron los atenienses haciendo morir a Sócrates? Como juicio por este crimen, cayeron sobre ellos el hambre y las plagas. ¿Qué ventaja obtuvieron los Samios quemando a Pitágoras? En un momento sus tierras fueron cubiertas por la arena. ¿QUÉ PROVECHO OBTUVIERON… LOS HEBREOS EJECUTANDO A SU SABIO REY…? Fue después de ello cuando su reino fue abolido. Dios vengó con justicia a estos tres sabios …. los Judíos, en la ruina y expulsados de su tierra, viven en completa dispersión. Pero (aquellos sabios) no murieron baldíamente… Tampoco la muerte del sabio rey fue inútil: VIVE EN LAS ENSEÑANZAS QUE DEJÓ…”
Textos judíos
6) Thallus, historiador judío, hacia 52 d.C. (citado en la Chronographia de Iulius Africanus, XVIII, 1):
“…As to His works severally, and His cures effected upon body and soul, and the mysteries of His doctrine, and the resurrection from the dead, THESE HAVE BEEN MOST AUTHORITATIVELY SET FORTH BY HIS DISCIPLES AND APOSTLES BEFORE US. On the whole world there pressed a most fearful darkness; and the rocks were rent by an earthquake, and many places in Judea and other districts were thrown down. This darkness THALLUS, IN THE THIRD BOOK OF HIS HISTORY, calls, as appears to me without reason, an eclipse of the sun…. “
Es un testimonio indirecto, pero válido: parece claro que, como recoge posteriormente el famoso cosmógrafo Africanus, en su libro perdido de “Historia” Thallus trataba de ofrecer una explicación alternativa al eclipe de sol relatado por Marcos durante la muerte de Jesús.
7) Flavio Josefo (hacia 93 d.C.) (época de Tiberio)
Tiene sobre todo dos citas, siendo la fundamental el llamado testimonium Flavianum, que aparece en sus Antigüedades Judaicas 18, 3, 3. Ha habido siempre mucho debate sobre este texto y se admite hoy en día que tiene algunas interpolaciones, pero sobre la base de un párrafo escrito sin duda por él. Pongo aquí entre llaves los párrafos que se acepta que pueden estar interpolados, para que se vea que no afectan al núcleo del testimonio histórico:
a) «Por aquella época apareció Jesús, {» hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre, fue autor de obras maravillosas, maestro para quienes reciben con gusto la verdad.»}. Atrajo a sí muchos judíos y también muchos gentiles.{«Éste era el Cristo (el Mesías)».} Habiendo sido denunciado por los primados del pueblo, Pilato lo condenó al suplicio de la cruz; pero los que antes le habían amado le permanecieron fieles en el amor. {«Se les apareció resucitado al tercer día, como lo habían anunciado los divinos profetas que habían predicho de El ésta y otras mil cosas maravillosas».} De él tomaron su nombre los cristianos, cuya tribu perdura hasta el día de hoy».
Según esto, el texto original de Josefo, perfectamente asumible y comparable con su estilo y vocabulario habituales, quitándole las supuestas interpolaciones, sería:
«POR AQUELLA ÉPOCA APARECIÓ JESÚS. ATRAJO A SÍ MUCHOS JUDÍOS Y TAMBIÉN MUCHOS GENTILES. HABIENDO SIDO DENUNCIADO POR LOS PRIMADOS DEL PUEBLO, PILATO LO CONDENÓ AL SUPLICIO DE LA CRUZ; PERO LOS QUE ANTES LE HABÍAN AMADO LE PERMANECIERON FIELES EN EL AMOR. DE ÉL TOMARON SU NOMBRE LOS CRISTIANOS, CUYA TRIBU PERDURA HASTA EL DÍA DE HOY».
Este texto de Josefo, un punto clave para la defensa de la existencia de Jesús y por tanto también muy atacado desde la parte contraria (lo que ha producido una espectacular literatura y polémica a lo largo de siglos) vino a afianzarse definitivamente cuando en 1971 se publicó un manuscrito árabe del siglo X, en el que se recogía una referencia directa a Josefo por parte de Agapio, obispo de Hierápolis, en su Historia Universal, que tiene delante la obra en cuestión y dice:
«Josefo refiere que por aquel tiempo existió un hombre sabio que se llamaba Jesús. Su conducta era buena y era famoso por su virtud. Y muchos de entre los hebreos y de otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que se habían hecho discípulos suyos no abandonaron su discipulado. Ellos contaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo; quizás, por esto, era el Mesías, del que los profetas contaron maravillas.»
Como el primer códice que conservamos de las Antigüedades Judaicas de Josefo, el Ambrosiano, es del siglo XI, es evidente que el supuesto texto original sin interpolaciones coincide con lo copiado por los árabes un siglo antes. Además demuestra que el último párrafo en realidad no era interpolado
b) El otro texto importante de Josefo, datable en 62-63 d.C., es Ant. Jud. XX, 9, 1, y dice: «…entre tanto subió al pontificado, según dijimos, Anás, el más joven, de índole feroz y extremadamente audaz…Dado su carácter, pensando que había llegado el momento oportuno…., convocó el consejo de jueces y, HACIENDO PRESENTAR A JUICIO A UN PARIENTE DEL QUE LLAMABAN CRISTO, POR NOMBRE SANTIAGO, y algunos otros con él, habiéndolos acusado de reos violadores de la ley, los condenó a ser apedreados«.
8.- El Talmud hebreo.
Contiene siete u ocho menciones de Jesús, lógicamente todas calumniosas, pero que son útiles para probar la existencia histórica del personaje. Pongo sólo dos ejemplos:
a) «EN LA VÍSPERA DE LA FIESTA DE LA PASCUA SE COLGÓ A JESÚS. Cuarenta días antes, el heraldo había proclamado: `Es conducido fuera para ser lapidado, por haber practicado la magia y haber seducido a Israel y haberlo hecho apostatar. El que tenga algo que decir en su defensa, que venga y lo diga´. Como nadie se presentó para defenderlo, se lo colgó la víspera de la fiesta de pascua«. (Sanedrin 43a)
b) «JESÚS, EL GALILEO, SUSCITÓ UNA SECTA IMPÍA Y ENEMIGA DE LA LEY. Nosotros lo crucificamos. Sus discípulos robaron su cadáver del sepulcro durante la noche. y engañan y seducen a los hombres diciendo que resucitó y subió a los cielos«. (Trifón, Diálogo de Justino, siglo II).
9) En 1896 se descubrieron tres fragmentos de papiros griegos, ahora conocidos como Oxyrhynchus, a unas 150 millas al Sur de Alejandría. Los papiros han sido fechados en el siglo III d.C. y contienen 16 dichos atribuidos a Jesús, los cuales se presentan sin la clásica introducción «Jesús dijo…». De estos dichos hay algunos que tienen paralelos en los evangelios canónicos, otros se encuentran en autores cristianos y otros no se conocían.
En 1945 se descubrió cerca de Nag Hammadi, población del Bajo Egipto, la biblioteca de una comunidad gnóstica formada por 13 códices, la mayoría de ellos escritos en griego. Probablemente su lugar de origen sea Siria, donde deben de haberse escrito en copto y más tarde serían traducidos y llevados a Egipto. Una edición copta de estos documentos, publicada en 1959, contiene 114 dichos del Señor y se le conoce actualmente como el Evangelio de Tomás.
Según informó Hipólito Romano a principios del siglo III, una comunidad gnóstica llamada de los «Naasenos» utilizó este evangelio.
El título que ostenta esta obra dice «Estas son las palabras secretas que Jesús el viviente dijo, y que Dídimo Judas Tomás escribió abajo«.
«Jesús el viviente» probablemente significa Jesús el que siempre vive.
«Palabras secretas»: En realidad los dichos no son de por sí esotéricos o secretos, pues muchos de ellos tienen paralelos en los evangelios canónicos, especialmente con el evangelio según san Lucas, y muchos de los otros se refieren a hechos conocidos; es mas bien la interpretación de los dichos la que se vuelve secreta.
«Didymus Judas Tomás«: Didymus es una palabra griega que significa gemelo y es empleada por Juan en 1,16; 20,24; 21,2; etc. Tomás, en arameo Toma, significa lo mismo: gemelo. Judas, que en la tradición cristiana siriaca se identifica con el apóstol que no es Iscariote, en un romance siriaco del siglo II llamado «Hechos de Tomás» es presentado como gemelo de Jesús, y también en el antiguo evangelio siriaco de Juan (14,22) se habla de un Judas Tomás.
Dicho 12: «Los discípulos dijeros a Jesús: Nosotros sabemos que tu nos vas a dejar, ¿quién será jefe de nosotros? Jesús les dijo: Al lugar que vayan diríjanse a Santiago el Justo, semejante a quien fueron hechos el cielo y la tierra».
Este es un dicho de la tradición judeo-cristiana que veía en Santiago, el hermano carnal de Jesús, al líder natural de los discípulos después de su partida. Santiago presidió la Iglesia de Jerusalén por 15 ó 20 años hasta su muerte en el año 62; su memoria fue reverenciada y engrandecida con detalles legendarios.
Dicho 13: «Jesús dijo a sus discípulos: Compárenme y díganme a quien me parezco. Simón Pedro le dijo: Te pareces a un ángel santo. Mateo le dijo: Te pareces a un hombre sabio y a un filósofo. Tomás le dijo: Mi mirada es incapaz de saber a quien te pareces..Jesús dijo: Yo no soy su maestro, por el que han estado bebiendo; ustedes están intoxicados con las quimeras primaverales (= sueños juveniles) que pertenecen a mí y yo he difundido en el extranjero. Entonces lo tomó aparte y le dijo tres palabras. Cuando Tomás regresó con sus compañeros, ellos le preguntaron: ¿Qué te dijo Jesús? Tomás respondió: Si les digo una de las palabras que él me dijo, ustedes tomarían piedras y me las tirarían, y saldría fuego de las piedras y los quemaría».
Esta conversación comienza como la que nos narran los Sinópticos que ocurrió en Cesarea de Filipo cuando Jesús preguntó a sus discípulos ¿Quién dicen que yo soy? (Mc 8,27-29), pero las respuestas dadas aquí son bien diferentes porque intentan presentar a Jesús como un revelador gnóstico. Aquellos que se embebieron en la gnosis que él impartía (los sueños juveniles) no son sus siervos sino sus amigos (Cf. Jn 15,14).
Según los Naasenos, las palabras que Jesús dijo a Tomás fueron Kaulakau, Saulasau, Zeesar; palabras de las cuales depende la creación. Según Hipólito Romano, esta secta decía que Kaulakau era Adán, el primer hombre; Saulasau era el hombre mortal, y Zeesar el río Jordán, el cual fluye hacia arriba. En realidad estas tres palabras misteriosas son la corrupción de las frases hebreas que se encuentran en Isaías 28,10-13: «Ahora Yahveh dice, .Sau la sau, sau la sau; cau la cau, cau la cau; zeer sam, zeer sam, las cuales significan «orden sobre orden, regla sobre regla, ora por aquí ora por allá«. Dice san Ireneo que el gnóstico Basílides pensaba que Jesús descendió en el nombre de Kaulakau (Adv. Haer. I,24,6).
El «fuego de las piedras», en lenguaje figurado, debe entenderse en el sentido de que un misterio puede ser tan destructivo como el fuego.
Fuentes epígrafas
10) La inscripción de Poncio Pilato.
En la parte de arriba de este artículo se puede ver un a imagen de la inscripción de caliza que apareció en 1961 en el teatro de la capital de Judea, Caesarea Maritima o Palaestina, recordando la dedicación de la restauración del Tiberieum por el gobernador o prefecto de Judea, Poncio Pilato. Naturalmente, fue en su momento una sensación también para «biblistas», pues corroboraba la existencia histórica del gobernador en ese momento. Las referencias epigráficas y el texto restituído hasta ahora son:
[- c. 3 -]s Tiberieum / [ -c.3- Po]ntius Pilatus / [praef]ectus Iudae[a]e / [ref]e[cit]
(AE 1963, 104 = AE 1964, 39 = AE 1964, 187 = AE 1971, 477 = AE 1981, 850 = AE 1991, 1578 = AE 1997, 166 = GLICMar 43 = AE 1999, 1681)
11) La urna de Santiago, el hermano de Jesús.
Una inscripción en arameo de 20 carácteres y una palabra clave: Jesús han hecho que la noticia dé la vuelta al mundo. la «Biblical Archaeology Review» fue el medio que lanzó la primicia: una urna de piedra con una frase tallada en el idioma de la antigua Palestina decía: «Ya’akov bar Yosef akhui di Yeshua«, en español «Jacobo (Santiago), hijo de José hermano de Jesús«. Según el arqueólogo francés André Lemaire, profesor de la Sorbona de París, quien tuvo la oportunidad de tener la pieza en sus manos, este podría ser el primer hallazgo arqueológico que corroboraría las referencias bíblicas sobre Jesús.
La pieza la había tenido por quince años un coleccionista judío, que no quiere revelar su nombre, y la mandó a evaluar al experto francés. el editor de la revista, Hershel Shank, se enteró de su existencia en junio: «El coleccionista la obtuvo de un comerciante de antigüedades árabe y sólo pagó unos pocos cientos de dólares por ella (se dice que el precio estuvo entre los 200 y 700 dólares)». Cuando Shank le preguntó por qué había tenido tanto tiempo la pieza consigo, le contestó: «Yo nunca pensé que el hijo de Dios pudiera tener un hermano».
Según el arqueólogo francés André Lemaire, profesor de la Sorbona de París, quien tuvo la oportunidad de tener la pieza en sus manos, éste podría ser el primer hallazgo arqueológico que corroboraría las referencias bíblicas sobre Jesús.
La urna sería del año 62/63 d.C., fecha de la muerte de Santiago el hermano de Jesús que, dicho sea de paso, es recordada por Flavio Josefo en otro de sus pasajes.
Conclusiones
Termino esta exposición de documentos con un párrafo de uno de los mejores expertos en el tema de la existencia histórica de Jesús: «Some writers may toy with the fancy of a ‘Christ-myth,’ but they do not do so on the ground of historical evidence. The historicity of Christ is as axiomatic for an unbiased historian as the historicity of Julius Caesar. « Y en español: “Algunos autores pueden jugar con la fantasía de un ‘mito de Cristo’, pero no lo pueden hacer sobre la base de una evidencia histórica. Para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César”. (F.F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable?, Inter-Varsity Press, 1972, p.119).
La relación de los textos que arriba quedan escritos, objetiva e imparcialmente vistos, sólo puede venir a corroborar lo que Bruce concluye. No hay un solo texto histórico, ni de época ni de la Antigüedad en general, donde se afirme que la figura histórica de Jesús de Nazareth nunca existió, o que fuera un invento de algunos judíos. Una circunstancia que sin duda los detractores del cristianismo, empezando por los romanos y terminando por los judíos de la época, nunca hubieran dejado escapar.
No quisiera terminar sin mostrar quizás el único error achacable al Jesús histórico: su fecha de nacimiento.
Hay un error en el cálculo de la fecha de nacimiento de Jesús, por lo siguiente: Tiberio sucedió a Augusto como emperador de Roma el 19 de agosto del año 14 d.C. El año décimo quinto de Tiberio (fecha que menciona Lucas en 3,1) fue del 19 de agosto del año 28 al 18 de agosto del año 29 d.C. y Jesús tendría entonces 35 o 36 años; esto lo sabemos porque Mateo 2,1 dice: «Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá durante el reinado de Herodes...», e históricamente consta que Herodes murió en el año 4 a. C., de manera que el dato proporcionado por Lucas en 3,23, «Tenía Jesús al comenzar 30 años…» debe ser solamente aproximado, y quizá subraya únicamente que Jesús tenía la edad requerida para ejercer una misión pública.
La datación del inicio de la era cristiana se debe a un error del monje Dionisio el Exiguo que fue quien la calculó en el siglo VI d.C. El error se originó porque Dionisio tomó al pie de la letra los 30 años de edad atribuidos a Jesús por Lucas. Como el año 15 de Tiberio coincide con el 782 de la fundación de Roma, si a 782 se le restan 29 cumplidos que tendría Jesús, resulta que su nacimiento (y con él el inicio de la era cristiana) queda fijado en el año 753 de la fundación de Roma, debiendo ser con mayor probabilidad seis años antes, en el 747.
¿Y de dónde sale esa otra fecha del 25 de diciembre como el día en que nació Jesús? La religión de la divinidad asiática Mitra, celebraba después del solsticio de invierno, el 25 de diciembre, la regeneración del vigor del Sol. Los posteriores cristianos, para apagar el paganismo, dado que Mitra había nacido en una cueva, adoptaron esta fecha para el nacimiento de Jesús, como así también se haría luego con el solsticio de verano, fiesta pagana que se transformó en la Noche de San Juan.
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9 abril, 2018 a las 20:07
Muy bueno. sólo deberías traducir los epítetos de los historiadores..gran trabajó
11 septiembre, 2020 a las 08:41
Y como no existe ni una sola prueba «contemporánea» sobre su existencia..?? Ni una sola…
Un Señor que andaba conjurando demonios y resucitando muertos… no sé yo.