Desde su nacimiento el 21 de septiembre de 1952, Anneliese Michel disfrutó de una vida normal, educada religiosamente desde que era muy pequeña.
A mediados de 1968, con 16 años de edad, Anneliese comienza a sufrir terribles sacudidas y adopta posturas imposibles, sin que pueda controlarlo. Josef y Anna, sus padres, la llevan a la Clínica Psiquiátrica Wurzburg. Las pruebas son concluyentes: Anneliese tiene epilepsia. Comienza un ingreso y tratamiento de larga duración que no hace nada por mejorar su estado. De hecho Anneliese empeora: se sume en una profunda depresión y los medicamentos, entre ellos varios psicotrópicos, no contribuyen a su cura. Anneliese empieza a tener visiones diabólicas durante sus continuos rezos
Durante 1970 el mundo sufre cambios y convulsiones, pero los de Anneliese son mucho más traumáticos. Anneliese empieza a afirmar que está poseída. Las visiones no remiten, sino que empeoran. Tras su tercera crisis e ingreso se le receta su primer anticonvulsionante.
Esta medicación impone un efecto secundario: el cerebro pierde sodio, lo que promueve la abstinencia alimenticia.
Tres años de padecimiento convencen a una devota creyente en Dios, Anneliese, de que las medicinas convencionales no le hacen efecto alguno. La joven ha explicado a los doctores que varios demonios la obligan a convulsionarse y a realizar actos horrendos. Anneliese quiere ayuda espiritual, y es ella misma quien pide un exorcismo. El ritual se le es negado, y en su lugar le recetan Periciacina.
En entonces cuando algunas voces empezaron a perseguir a Anneliese diciéndole que iba a “quemarse en el infierno”. Ella le mencionó los “demonios” a los médicos solo una vez, explicándoles que habían comenzado a darle ordenes. Los doctores empezaron a pensar en que estaba sufriendo transtornos esquizofrénicos.
En el verano de 1973 sus padres Anna y Josef visitan a varios pastores en busca de ayuda. Además de negativas y el consejo de que confíen su hija a los doctores, los padres Anneliese son informados de los requisitos que la Iglesia pide para realizar un exorcismo.
Para que el obispo reconozca una Infestatio la persona debe tener aversión a objetos religiosos, demostrar ‘sansonismo’ o fuerza desmesurada y padecer ‘xenoglosia’, la capacidad de hablar en idiomas que desconoce. Es importante señalar que Anneliese es informada de estos puntos, los síntomas que le faltan para que pueda ser exorcizada. Anneliese piensa en lo que le acaban de decir para que pueda ser considerada poseída.
En 1974, después de supervisar a Anneliese por algún tiempo, el pastor Ernst Alt solicita permiso al obispo de Wurzburg para realizar un exorcismo.
Mientras se lo piensan, la conducta de Anneliese se torna errática y peligrosa: en su hogar de Klingenberg, Anneliese insulta de forma muy cruel (desvelando sus secretos y atacando en sus puntos débiles) a toda su familia, además de golpearles y morderles.
Se negaba a ingerir cualquier alimento, ya que afirmaba que los demonios no se lo permitían. Anneliese dormía en el suelo de piedra, comía arañas, moscas, carbón y bebía su orina. Anneliese gritaba por toda la casa durante horas, hasta escupir sangre. También rompía crucifijos, destruía cuadros de Jesús y lanzaba los rosarios contra las paredes. Anneliese comenzó entonces automutilarse, golpeándose contra las paredes y los muebles.
Tras una verificación de estos datos, que ahora incluía todos los requisitos previstos para una posesion, en septiembre de 1975 el obispo de Wurzburg, Josef Stang, asignó al padre Arnold Renz y al pastor Ernst Alt la orden de llevar a cabo el exorcismo sobre Anneliese Michel.
La base para este ritual está en el Rituale Romanum, el cual continúa siendo, en este momento, un Derecho Canónico válido desde el siglo XVII. Se les planteaba una tarea terrible, ya que Anneliese no decía estar poseída por un demonio.
Según sus palabras en su ser anidaban Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler, y Fleischmann, un deshonrado sacerdote franco del siglo XVI, junto a algunas otras almas malditas.
Desde septiembre del 75 hasta julio del 76 se realizaron una o dos sesiones de exorcismo cada semana.
Anneliese perdía el conocimiento y se quedaba rígida con mayor frecuencia. El ritual se alargó durante meses, con la presencia de familiares y testigos. Anneliese se negaba a comer durante todo ese periodo.
Sus rodillas se rompieron durante las 600 genuflexiones que realizaba en las sesiones diarias de exorcismo. Varias fotos reflejan su deterioro: la nariz rota por golpear su rostro contra la pared, dientes rotos, calvas en el pelo, docenas de heridas y cortes abiertos, ojos inflamados, necrosis, malnutrición… Sin mencionar las lesiones internas. Alrededor de 40 cintas de audio se grabaron durante el proceso.
Anneliese contó que tuvo varias visiones, y dio una fecha como “día de la liberación”: el 1 de julio.
El 30 de junio de 1976 Anneliese padece neumonía. Está demacrada, con fiebre muy alta. Exhausta e incapaz de realizar por si misma las genuflexiones, sus padres la sujetan para que se agache. Anneliese pide absolución a los sacerdotes.
Anna graba todo y oye a su hija decirle “Mamá, estoy muy asustada”. Anneliese muere esa misma noche.
Anneliese Michel fallece el 1 de julio. Al mediodía el pastor Ernst Alt informó a las autoridades de Aschaffenburg. El fiscal comenzó a investigar de inmediato.
Los padres de la chica y los dos exorcistas fueron acusados de homicidio por negligencia. En el juicio que comenzó el 30 de Marzo de 1978, el caso Klingenberg se decidió en base a dos preguntas: ¿qué causó la muerte de Anneliese y quien fue el responsable?
De acuerdo a las pruebas forenses Anneliese murió por malnutrición. Especialistas afirmaron que si los acusados hubieran alimentado a la joven a la fuerza una semana antes de su muerte, la vida de Anneliese hubiera podido salvarse.
Los exorcistas intentaron probar la presencia de los demonios, poniendo las cintas grabadas en las que se oían extraños diálogos, como el de dos supuestos demonios que discutían sobre cual de los dos debería abandonar primero el cuerpo de la chica. Uno de los supuestos demonios se llamó a si mismo Hitler, Recordemos que los supuestos demonios eran la voz de Anneliese con acento grave.
Estos datos corroboraban la teoría de la Inducción Doctrinaria presentada por los psiquiatras. Según ellos los curas proporcionaron a la chica los contenidos de su conducta psicótica, y a insinuación produjo que Anneliese aceptase que su conducta era una forma de posesión demoníaca.
Los licenciados añadieron que el desarrollo sexual inestable de la joven junto con su diagnóstico de trastorno en el lóbulo frontal agravó su psicosis. Los padres y exorcistas fueron declarados culpables de homicidio por negligencia y negación de auxilio.
Una comisión de la Conferencia Alemana concluyó después que Anneliese Michel no estaba poseída. Pero los creyentes no dejaron de apoyarla en sus luchas, donde todavía hoy los creyentes siguen apoyando la teoría de la posesión e incluso se han hecho películas sobre este caso.
Tras el veredicto de culpables, los acusados fueron sentenciados a seis meses en la cárcel, pero se permutó la pena por tres años de libertad bajo condicional y una fianza. Este caso ha representado con el pasar de los años la lucha simbólica y constante entre la religión católica y la conservación de algunos de sus ritos en contraposición al pensamiento científico.
En 1999, el cardenal Jorge Medina Estévez presentó de forma pública la nueva versión del Rituale Romanum en la Ciudad del Vaticano. Tal actualización fue el resultado de más de diez años de trabajo católico y fue aprobado por Juan Pablo II para su uso en todo el mundo. Lo polémico en relación a nuestro tema es que, entre el abanico de cambios, el ritual romano del exorcismo fue modificado a causa de las peticiones de la Conferencia Episcopal Alemana para que el exorcismo fuese eliminado, peticiones estas movidas en gran medida por lo sucedido en el exorcismo de la joven alemana Anneliese Michel.
Evidentemente no se consiguió. El Ritual Romano, con modificaciones sigue vigente, y los exorcismos se siguen practicando entre los creyentes.
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