Lluís Companys i Micó, familiarmente conocido como Lluïset, nació el 5 de noviembre de 1911 y fue el primer hijo y único varón del matrimonio entre Lluís Companys y Mercè Micó (el matrimonio tuvo dos hijos, Lluís y Maria).
Companys i Micó estudió en el Instituto Balmes de Barcelona y más tarde Derecho en la Universidad de Barcelona. Ya en la universidad, participó en protestas a favor de la República y por ello fue detenido en octubre de 1930.
En 1933, cuando aún se encontraba estudiando sufrió un brote de hebefrenia catatónica. también conocida como esquizofrenia desorganizada. Este trastorno de inicio temprano se diferencia de otras formas de esquizofrenia por la predominancia de los síntomas de desorganización y de los déficits psicológicos por encima de las alucinaciones y los delirios. La manifestación de su enfermedad coincidió con la separación de sus padres.
Fue tratado, en aquella época, en el Instituto Pere Mata de Reus, aunque siguió viviendo con su madre en Lloret de Mar, al cuidado de un enfermero. No fue internado hasta 1936, con su padre aún en prisión por haber proclamado el Estado catalán en octubre de 1934.
Al estallar el golpe de estado que provocó la Guerra Civil, el caos se adueñó de este psiquiátrico de Reus, dispersándose los enfermos, por lo que Lluís Companys decidió enviar a Lluïset fuera de España, primero a un sanatorio en Kreuzlingen (Suiza); y más tarde a otro en Bélgica, el Instituto Fond’Roy, en Uccle, en las afueras de Bruselas.
El 30 de septiembre de 1938 Companys decidió trasladar a su hijo al hospital psiquiátrico L’Abbaye, en Viry-Chatillon, a pocos kilómetros al sur de París. Sería atendido por Carme Ballester, la segunda esposa de Companys, que había llegado a Francia en abril de ese mismo año.
Después del triunfo franquista en la batalla del Ebro, la ofensiva sobre Cataluña comenzó el 23 de diciembre de 1938. El 3 de enero, las tropas franquistas pasaron el Ebro en un movimiento crucial para la suerte de la ofensiva. Desde entonces, las tropas republicanas se batieron en retirada, sin lograr establecer ninguna línea de resistencia efectiva. El presidente del Consejo, Negrín, convocó a Companys a una reunión urgente. En ella, le comunicaba que Barcelona era indefendible y que en pocas jornadas sería ocupada irremisiblemente por el ejército sublevado franquista. Por ello, le comunicaba que la Generalitat debía evacuar Barcelona. El día 22 de enero, Negrín ordenaba que los organismos estatales abandonaran Barcelona y se dirigieran a Girona y Figueras.
Al estallar el golpe de estado del 1936, las democracias occidentales optaron en la Sociedad de Naciones (precursora de la ONU) por el Pacto de No Intervención, lo que en la práctica significaba dar la espalda a la República, algo a lo que México se negó. México se manifiestó a favor de la República en todos los foros internacionales en los cuales participaba, desde la Sociedad de Naciones a otros en América Latina, donde también fue un defensor acérrimo de los gobiernos legítimamente constituidos y se posicionó en contra de los golpes militares.
México, con 20.000 refugiados, fue el país de la región que más republicanos acogió. Chile, Cuba, Venezuela, Colombia y Argentina recibieron cerca de 2.000 cada uno. Los exiliados llegaron a otros países, sobre todo a Francia, pero también a la Unión Soviética y a Reino Unido.
De hecho, el embajador mexicano en Francia, Luis I. Rodríguez, fue el encargado de proteger a Manuel Azaña, quien había cruzado la frontera francesa a pie en 1939. El último presidente de la República española murió por sus problemas de salud el 3 de noviembre de 1940, en una habitación del Hotel du Midi de la ciudad de Montauban, en el suroeste de Francia. La habitación del hotel, al haber sido alquilada por la embajada mexicana, era considerada territorio mexicano. Y durante su funeral, su féretro fue cubierto por la bandera mexicana.
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Padre e hijo
En una carta de junio de 1939 dirigida a su amigo Ángel Ossorio y Gallardo, Lluís Companys le explicaba su estado: «Mi hijo —dentro del curso de su enfermedad— está bien. Unas nuevas inyecciones le van bien y se observa mejoría. No me habían permitido hablarle y solo pude verle desde que salió. Ahora voy, paseamos, hablamos. Claro, no recuerda bien las cosas, pasa periodos más oscuros, pero tranquilo, hasta contento y sin crisis agudas. El doctor está contento y es un consuelo para mí poder hablarle».
Al producirse la invasión alemana de Francia, en mayo de 1940, la dirección de L’Abbaye decidió trasladar a los pacientes al sur de Francia, donde estaba la Francia de Vichy o régimen de Vichy, el régimen político instaurado por el mariscal Philippe Pétain en parte del territorio francés y en la totalidad del Imperio colonial francés, tras la firma del armisticio con la Alemania nazi en el marco de la Segunda Guerra Mundial. La Francia de Vichy liquidó la democracia parlamentaria, suprimió las libertades fundamentales y prohibió los partidos políticos. Este régimen autoritario, con pretensiones totalitarias se encuadraba en los regímenes de ideología fascista de la época. Por descontado, fue un Estado colaboracionista de la Alemania nazi, una suerte de Francia neutral, aunque colaboracionista, dado que los nazis no podían abarcar todo el territorio francés, lo que hizo que surgiera esta ocurrencia.
Durante el traslado de Lluis Companys i Micó al sur de Francia se produjo un bombardeo alemán sobre la carretera por la que transitaba el convoy y Lluïset se perdió entre los refugiados que atiborraban la zona. Incapaz de hablar y sin documentación, fue inicialmente confundido con un soldado desertor y finalmente ingresado en un psiquiátrico de Limoges, una ciudad que tras el armisticio, quedaría en la zona no ocupada por los alemanes. Fue la desaparición de su hijo lo que hizo que el presidente de la Generalitat renunciara a trasladarse a México, donde se encontraba su hija María desde el año anterior, una vez más.
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Companys y Aguirre
Sólo dos días antes de la detención del presidente de la Generalitat, el jefe del estado español, Franco, había nombrado ministro de asuntos exteriores al destacado falangista y reconocido filonazi Ramon Serrano Suñer, conocido popularmente como «el cuñadísimo», por su relación de parentesco con el dictador. Serrano Suñer, tan pronto como puso los pies en el ministerio, solicitó al régimen nazi alemán incrementar la persecución a los principales políticos republicanos exiliados en la Francia ocupada, prioritariamente la del presidente de Catalunya. La buena sintonía entre Serrano Suñer y los máximos dirigentes del régimen nazi alemán, daría como resultado la inmediata detención del presidente Companys.
Durante muchos años se sostuvo la teoría de que el presidente Companys había sido detenido por la Gestapo, la temible policía política del régimen nazi alemán. No obstante, el historiador Josep Benet demostraría que el operativo de detención fue dirigido por la Wermacht (el ejército de ocupación alemán), aunque habían sido la Gestapo y la Gendarmería francesa, intervenida por el régimen nazi de Berlín, las que habían localizado al presidente. Justo después de la detención, el presidente Companys sería trasladado a la prisión de La Santé (en París), donde sería interrogado por las policías nazi y franquista. El 29 de agosto sería entregado al régimen franquista sin ningún tipo de protocolo de extradición.
Tras ser sometido a un consejo de guerra sumarísimo y resultar condenado a muerte, solo le esperaba el pardedón. La suerte de su hijo siguió siendo una de sus mayores preocupaciones durante sus últimos días de vida. Para tranquilizarle, poco antes de morir, su hermana Ramona le dijo que habían encontrado a su hijo.
Mientras tanto, en Francia, Carme Ballester había tratado de encontrar a Lluïset poniendo anuncios en periódicos de la zona no ocupada. Pocos días antes de la ejecución de su marido, recibió una postal enviada por el prefecto de Limoges en el que la informaba de que había una persona que correspondía con la descripción de Lluïset en un hospital psiquiátrico de la ciudad. Como viajar a la zona no ocupada no era factible, Ballester recurrió al sacerdote exiliado y periodista Josep Maria Tarragó, el cual disponía de un permiso para desplazarse entre las dos zonas de Francia. Tarragó viajó a Limoges en torno al 15 de octubre de 1940 y pudo constatar que la persona referida por el prefecto era efectivamente Lluïset, cosa que se le hizo saber a Lluís Companys, poco antes de morir.
Como Lluís Companys había sido juzgado en rebeldía y en aplicación retroactiva de la Ley de Responsabilidades Políticas por un tribunal especial de Barcelona, solo fue juzgado y sentenciado por «Adhesión a la rebelión militar», en una única jornada por un tribunal militar sumarísimo sin garantías. Tras un juicio que duró unas pocas horas, fue sentenciado a morir fusilado. El dictador Franco dio el «enterado», por lo que el fusilamiento tuvo lugar al alba del día siguiente, 15 de octubre de 1940, en el foso de santa Eulalia del castillo de Montjuïc. No quiso que se le pusiera una venda en los ojos y murió diciendo: «Per Catalunya!» («¡Por Cataluña!»).
A principios de 1942, Lluïset fue ingresado en una clínica psiquiátrica en Saint-Mandé, en los suburbios de París. Carme Ballester, que se había trasladado a vivir a París para estar cerca del enfermo, pagaba sus cuidados. Nunca recibió ninguna ayuda de la madre biológica de Lluís Companys i Micó para atender las necesidades del hijo enfermo del presidente. En la clínica la enfermedad mental de Lluïset Companys se complicó con una tuberculosis ósea, fruto de la cual le tuvieron que amputar una pierna en 1947. Carme Ballester se ocupó de Lluïset durante esos años, con una abnegación ejemplar.
Según el escritor Oriol Dueñas el grave estado de Companys i Micó hacía inviable su traslado a México, donde vivían su hermana y su madre. Sin embargo, Enric Vila, escritor y periodista, señaló (basándose en las numerosas cartas sin respuesta que Carme Ballester le envió a Maria Companys), que la madre y la hermana de Lluïset no se preocuparon en absoluto de él y que fue Carme Ballester quien, afrontando grandes penalidades, hizo todo lo posible por ocuparse del joven.
Lluïset murió en 1956 y fue enterrado en el cementerio de Saint-Mandé. Al funeral asistió apenas una treintena de exiliados catalanes, entre los que se encontraba el exconsejero de Cultura Ventura Gassol. En su tumba figuró la inscripción «Lluís Companys i Micó. Mort exiliat a França. 1911-1956».
Carme Ballester tuvo contactos con la Resistencia francesa y escondió a ciudadanos judíos. Murió en el exilio en 1972, después de que se le reconociera una pensión de viuda como víctima del nazismo. Fue enterrada junto al hijo de Lluís Companys.
El 24 de febrero de 1998, sus restos, junto con los de Carme Ballester, fueron trasladados a Barcelona. Allí recibieron sepultura, el 3 de marzo, en un mismo nicho del cementerio de Montjuïc, casualmente el mismo en el que había estado enterrado el presidente Companys hasta el traslado de sus restos al Fossar de la Pedrera del mismo cementerio, donde se encuentra en la actualidad. Al sepelio asistieron Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, Joan Reventós, presidente del Parlamento de Cataluña, y Joan Clos, alcalde de Barcelona.
Me complace mostrar al mundo donde se encuentra la tumba de Lluís Companys i Micó, junto a Carme Ballester, en un nicho del cementerio de Montjuïc, fotografiado por el que esto escribe. Me vas a permitir, querido lector, que no desvele el número de esta tumba para no alentar al vandalismo de quienes todavía no son capaces de distinguir entre el amor de un padre y su color político. Pero la pregunta final que formularía a los políticos actuales es: ¿Hay alguna forma de que padre, hijo y esposa (Carme Ballester) puedan descansar juntos y en paz para la eternidad?
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