Originalmente escrito para una publicación de gran tirada, este reportaje presenta una serie de lugares relacionados con leyendas y mitos, con la sola intención de divertir y de crear cierta curiosidad en aquellos que quieran visitar los sitios mencionados. Idóneo para excursionistas que quieran rutas dominicales.
Con la fotografía HDR se pueden obtener instantáneas asombrosas, sin necesidad de recurrir al retoque fotográfico. El acrónimo de esta tecnología quiere decir “High Dymanic Rage”, o alto rango dinámico. Lo curioso de esta técnica es que busca imitar el comportamiento de la pupila en el ojo humano. ¿Alguien se puede imaginar las consecuencias de algo así aplicado a la fotografía relacionada con el misterio?
El ojo humano lo que hace en su búsqueda de información es adaptarse a las distintas luminosidades de una escena, abriendo o cerrando la pupila para ello, captando de esta forma distintas iluminaciones para un mismo acto. Una máquina fotográfica es incapaz de hacerlo igual, ya que sólo busca mediante el fotómetro una zona bien iluminada, y a partir de aquí saca la instantánea, dejando zonas mejor y peor definidas, más oscuras o más blancas.
Pero imaginemos una forma de obtener fotografías donde todas las zonas quedaran bien iluminadas, aunque las cantidades de luz recogidas sean demasiado evidentes o exageradas. Pues bien, eso es la tecnología HDR.
Básicamente lo que hay que hacer es combinar varias fotografías con diversas exposiciones. Y esto es muy importante, pues es lo único que se puede variar. No podemos hacer distintas tomas con valores diferentes de diafragma, ya que se apreciarían diferencias en la profundidad de campo.
Al captar instantáneas con variadas exposiciones se recogen luminosidades reales, optimizadas para cada rango. A partir de este número de tomas usaremos un programa informático que haga la combinación de las fotos. Y esto es importante señalarlo: el programa no hará retoque fotográfico alguno, simplemente se limitará a combinar las imágenes, tomando como referencia una reproducción central, lo que ordena que el número sea impar. Lo mejor en estos casos es realizar tres fotografías, una con exposición normal, otra sobreexpuesta (+1) y otra subexpuesta (-1).
El resultado de todo ello son escenas planas (nunca con movimiento) y que parecen irreales, en las que se destaca el llamado contraste fino de forma indiscriminada, produciendo unos efectos sorprendentes.
La galería de imágenes que acompañan a este artículo, han sido tomadas mediante la tecnología HDR. Todos los lugares mencionados tienen alguna leyenda medieval detrás, ubicada en territorio catalán.
Las brujas del Castillo de Montsoriu
Este castillo se encuentra al sudeste de Arbúcies, Girona, en una colina a 650 metros de altitud, que separa las aguas del arroyo de Breda del de Arbúcies. Una antigua tradición dice que un general francés llamado Maus se perdió por estos bosques después de una batalla; llegó arriba de la colina y encendió una gran hoguera, vista por su criado, que fue a buscarlo. El general mandó construir este fuerte.
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Por San Juan se dice que en el castillo de Montsoriu, mientras suenan las doce campanadas del reloj de Breda, se abre la cámara del tesoro.
En las noches de luna clara, se proyectaba la sombra de la Reina Guilleuma (Guillema de Montcada) y sus criadas colgaban la ropa, cantaban y tocaban música. Para que los vecinos de la población de Breda estuvieran tranquilos, el obispo de Breda fue a asustarlas y todas saltaron como si volasen del “Turó de Montcau” al “Gorg Negre”, una hoya siniestra, de misteriosas aguas y leyendas.
Hacia Poniente hay una piedra muy grande y llana que se llama “Seia de la Bruixa”. Este nombre se debe al hecho que una bruja que huyó del castillo se sentó en ella antes de seguir su trayecto hacia el “Gorg Negre” de Gualba, donde dejó la huella de dos nalgas y cuatro huellas más: una de mujer, una de caballo, una de buey y una de perro. Estas marcas son las cuatro transformaciones de la bruja, en aquello en lo que podía convertirse. El Señor de Montsoriu se servía de las brujas y a cambio dejaba que permanecieran libremente por su territorio.
En la noche de San Juan, en el mismo instante de sonar las doce de la noche, en la torre más alta del castillo sale una Dama medio desnuda con la cabellera extendida, lleva una linterna en una mano y un cuerno grande en la otra. Hace sonar el cuerno, que se oye por los alrededores y pasados unos instantes suena otro tocado por un caballero, que se presenta por el “Coll Castellar” encima de un caballo negro que escupe fuego por la boca. Se dirige hacia el castillo, donde la Dama monta el caballo antes que suene la última campanada de las doce; hasta dentro de un año que se vuelve a repetir la escena. El ruido de los cuernos siempre ha sido oído por la gente de los pueblos de las Guilleries.
El conde vampiro de Llers
En el Ampurdán, Girona, en una villa llamada Llers, próxima a Francia, se dice que habitó el Conde vampiro de Estruc, que falleció asesinado en el 1173 y regresó a la vida convertido en un noble seductor y joven.
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En la época del rey Alfonso II, éste enfrentaba a problemas de normalización religiosa en su territorio; temía que los seguidores del paganismo, aún comunes entre las gentes que vivían en el Pirineo, pudiesen cooperar con los musulmanes del sur para derrotar a los señores cristianos. En colaboración con el Obispo de Barcelona, Guillem Torroja, pidieron al Conde Guifred Estruch que lanzase una campaña de persecución de pobladores no cristianos en la comarca del Ampurdán, para lo que le cedió el castillo de Llers. Guifred Estruch estaba muy bien considerado en la Corte de Barcelona desde los tiempos de Ramón Berenguer IV, pues había triunfado contra el rey moro de Valencia, y colaborado decisivamente en la toma de Tortosa en 1148, y las de Lleida y Fraga en 1149. La traición del capitán de su ejército Benach, quien le envenenó por despecho de Nuria, hija de Estruch, fue a su vez continuado por el asesinato de varias personas acusadas de brujería. En el proceso, el conde asesinado se habría convertido en un no-muerto.
Este vampiro era muy seductor, las mujeres caían rendidas entre sus brazos y otros órganos más viriles, quedándose embarazadas y pariendo monstruos al cabo de los nueve meses reglamentarios, que fallecían nada más nacer. El escalofrío duró hasta que una anciana religiosa encontró su sepulcro y le dio muerte. El vampiro desapareció de las comarcas y no se volvió a levantar por las noches de su tumba. Otras versiones dicen que fue un judío que rompió el hechizo, pero aún así la leyenda perduró durante siglos. En 1991 apareció una novela dedicada a este vampiro, Estruch de Salvador Sáinz y varios cuentos más del mismo autor, que cedió al dominio público.
La habitación 712 del Parador de Cardona
El castillo del Parador de Cardona existe desde al siglo IX y ocupa la cima de un cerro que tiene 154 metros de altura, en la población minera de Cardona, en Barcelona.
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El castillo fue el hogar de los duques de Cardona. Construido en el 886 por Wilfredo el Velloso. En 1714 claudicó después de que las tropas de Felipe V destruyeran sus murallas. Y en el año 1976 se tomó la decisión de reconstruirlo para convertirlo en un parador nacional.
Como si de una película de terror se tratara, varios trabajadores empezaron a informar de la presencia de un fantasma o ente sobrenatural que los llenaba de miedo. Algunos mencionaron otros fenómenos como ruidos extraños, voces, y golpes, siempre en la habitación 712.
Otros vieron a una bella doncella salir por las noches y lamentarse entre sollozos de alguna desgracia, vestida con ropas medievales, acompañada en ocasiones de un caballero.
Tal es el convencimiento incluso de los que allí trabajan, que estos tienen permiso expreso de la dirección del hotel para subir siempre en compañía y nunca hacerlo solos.
La historia castillo del Parador de Cardona se remonta a muchos años atrás, donde sus paredes fueron testigos de muchos asesinatos y torturas de prisioneros.
La habitación 712 nunca se alquila a los visitantes, salvo que se pida expresamente.
Gigantes en Rupit
Rupit es una fantástica puerta de entrada para descubrir el Collsacabra. El pueblo situado en las peñas que rodean una serpenteante riera al norte de Barcelona, conserva el espíritu de antaño.
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Dice la leyenda, que en la zona de Guilleries, próxima a Rupit, vivía un gigante. Se cuenta que el gigante puso un pie sobre el Avenc y otro sobre la montaña de El Far. Al poner todo su peso sobre el pie que descansaba en el Avenc, partió su extremo quedando una roca que recibió el nombre de la Agullola. Aún puede verse la roca partida, tal como la dejó el gigante.
Los bosques que envuelven el pueblo de Rupit están llenos de Aloges, Goges o Donas d’ aigua (mujeres de agua, en catalán) que viven cerca de las rieras y las fuentes, y que cantan con dulce voz. De estas sirenas se dice que si alguien les roba una pieza de ropa tendida, obtendrá un gran poder. Las Aloges suelen vivir en una cueva cercana al agua. Rupit esta llena de ellas: La Cova dels Encantats de Casadevall o la Cova del Cingle de l’ Avenc son los hogares de «los otros», los que pertenecen al submundo,y pueden interferir en los asuntos terrenales.
Se dice que desde el castillo de Rupit se podía llegar hasta la Vall d’Aro, pasando por un túnel que empezaba en la Torre del Moro. También se comenta que un gato utilizaba la mina para llevar los peces que pescaba a los asediados del castillo, en tiempos de guerra.
Rupit es tierra nebulosa y misteriosa. Cuenta una leyenda que la niebla que cubre a menudo Rupit surge de unos agujeros que hay en algunos lugares, como por ejemplo en el Far. Lo cierto es que estos agujeros existen en las rocas de los senderos, pero la realidad es que se utilizaron como tumbas antropomórficas.
Aquelarres en Viladrau
En marzo del 2008, Laia Aguilar escribía una novela en catalán, “Las brujas de Viladrau”, basada en los sucesos que tuvieran lugar en este pueblo catalán, de la provincia de Barcelona, en el año 1620. Según se cuenta la villa fue objeto de acciones que se asociaron con la brujería, llegándose a descubrir unas supuestas brujas que habitaban los bosques colindantes. Estas pobres desgraciadas fueron condenadas a la hoguera por la Santa Inquisición.
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Para hacerse una idea, la cacería de brujas que tuvo lugar entre los siglos XVI y XVII mandó ejecutar a 8 personas en Perpiñán, 14 en Viladrau, 8 más en Granollers, 12 en Caldes de Montbui, o 3 en Andorra. Estas cifras son sólo un ejemplo de la locura desatada en torno a la brujería.
Lo cierto es que Viladrau fue uno de esos lugares que acogieron aquelarres, festividades paganas que ocultaban orgías sin desenfreno. La novela de Laia Aguilar recoge muy bien uno de estos aquelarres, siguiendo las descripciones de “El Grimorio del Papa Honorio”, la anti Biblia de 1760, donde se describe con todo lujo de detalles una batahola de este tipo.
La plaza de Viladrau fue el escenario de las hogueras, donde tuvo lugar la quema de las condenadas por la Inquisición.
El Barrio Judío de Barcelona
Las juderías surgieron en principio como resultado de la intolerancia practicada por los cristianos y del deseo por parte de los judíos de mantener su unidad y exclusividad.
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Call , como se les conoce en catalán, y del hebreo kahal es la palabra utilizada en para designar las juderías o barrios judíos. Sólo hace referencia al espacio físico, en ningún momento se utiliza este término como sinónimo de comunidad judía.
El Call de Barcelona estaba en el actual Barrio Gótico, en los alrededores de la catedral. Era el call más grande, con una población de unas 5.000 personas. Entre la plaza de Sant Jaume y la calle de Sant Honorat se encontraba una de las dos puertas de la judería. La actual calle de Sant Domènec del Call era la arteria principal del barrio. Debe su nombre a la destrucción del mismo, que tuvo lugar a consecuencia de un linchamiento el 5 de agosto de 1391, festividad de santo Domingo. El saqueo duró dos días, durante los cuales fueron asesinados 200 judíos y expulsado el resto.
¿Por qué fueron perseguidos hasta tal punto de producirse linchamientos en toda Europa? ¿Qué ocurrió en Barcelona?
Una de las causas de la crisis agraria de la Edad Media puede ser la disminución de la cosecha de cereales que sería, a su vez, consecuencia -por ejemplo- del periodo de malas condiciones climatológicas persistentes (sequías, lluvias a destiempo, agotamiento de los terrenos, crisis de subsistencias…).
Una gran cantidad de epidemias que sufrió Europa en el siglo XIV son conocidas como Peste negra. En general, la Peste negra se achacaba a algún tipo de castigo divino, predominando las explicaciones supersticiosas y llenas de prejuicios, como quienes propusieron que un cometa envenenó el aire; pero la mayoría echó las culpas a las minorías no cristianas: moriscos y, sobre todo, judíos.
El mito de la profanación de la hostia por parte de los judíos surgió del mismo ritual cristiano, que traduce simbólicamente el vino en sangre y la oblea en carne de Cristo. No fueron pocos los que vieron en ella manchas de sangre, atribuyendo este hecho a los judíos (a los que se acusaba de punzar la hostia para que manase sangre.), cuando posiblemente, se tratase de un fenómeno de putrefacción por la acción de un bacilo.
Fotografías de Paolo Monzani
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