La silla de Martín el Humano, custodiada en la Catedral de Barcelona, es transportable. Tiene dos bisagras para plegarla para poder ser transportada en el pasado por las ciudades catalano-aragonesas. La última vez que se expuso esta silla fue durante el XXXV Congreso Eucarístico Internacional de 1952 en Barcelona.
Desde la muerte de Martín el Humano, nadie ha ocupado este trono, salvo una monja que la probó a finales del siglo XX y que se llevó una buena reprimenda por ello.
La butaca es una obra de finales del siglo XIV. El ostensorio, con viril de pedrería, representa una catedral gótica. Tiene el armazón de madera, recubierta por láminas de plata dorada de estilo gótico flamígero, es portátil y desmontable. La talla de la madera es de gran delicadeza; da la aparencia de ser una obra totalmente de orfebrería (frecuentemente se encuentran publicaciones que indican erroneamente que la silla es de platadorada). Sobre la custodia hay montada una corona en forma de diadema donada por la reina Violante de Baro, aunque según otros, por el propio Martín el Humano. Lleva gravadas las iniciales S YR A, de las cuales no se ha encontrado hasta ahora una transcripción convincente.
El rey Martín el Humano fue el último en sentarse en el trono. No dejó descendencia ni dijo a quién quería como heredero. Sólo dejó estipulado que en el asiento quería ver al Santísimo Redentor, aquel que sería el auténtico dueño de Catalunya. Al dejar dicho esto pasó a la Catedral de Barcelona, que es quien custodia la grada desde ese momento.
Recordemos que Martín el Humano, también conocido como Martín I de Aragón, murió en Barcelona en 1410. Sería en 1406 cuando fallece la reina María de Luna que, a pesar de haberle dado cuatro hijos, ninguno de ellos logró sobrevivir a su padre. Dado que los hijos no habían tenido descendencia, Martín el Humano se volvió a casar el 17 de septiembre de 1409 con Margarita de Prades, pero ya no pudo tener hijos.
Teniendo un nieto bastardo, Fadrique de Luna, quiso legitimarlo, pero las Cortes no se lo permitieron. Con el Compromiso de Caspe, en 1412, llegó un rey castellano de la dinastía de Trastámara, Fernando I.
Hacia finales de 1940 llegó Himmler a Barcelona, preparando el encuentro entre Franco y Hitler, momento que aprovechó para conocer la mítica montaña de Montserrat, vinculada a leyendas griálicas.
Durante su visita, el obispo de Barcelona, Miguel de los Santos Díaz Gómara, le comentó a Himmler que quien se sentara en la poltrona de Martín el Humano se convertiría en rey de Catalunya y “tal vez” en rey del mundo. Le faltó tiempo a Himmler para pedirle prestado el trono al obispo.
Después de la Segunda Guerra Mundial el trono de Martín el Humano fue rescatado por los aliados a las afueras de París. Este vergonzoso episodio de préstamo esotérico a las fuerzas nazis se resolvió por parte del arzobispado de Barcelona argumentando que la silla de Martín el Humano había sido robada por los nazis aprovechando un descuido.
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26 octubre, 2018 a las 08:09
Es raro encontrar a escritores con conocimientos sobre este tema , pero creo que sabes de lo que estás escribiendo. Gracias compartir un tema como este.