Cómo se vivía en Roma, cuál es la vida diaria y su modo de hacer las cosas. Conozcamos algunas anécdotas de esa Roma que duró 1000 años.
Tenemos dos tipos de esclavos, los ordinarii, especializados en un oficio completo. Y los llamados vulgares. Los esclavos griegos estaban cotizados, se encargaban de la educación de los hijos de aristócratas.
Los esclavos podían llevar una placa con su nombre colgado del cuello, e incluso un collar con la recompensa que se entregaría en caso de fuga.
A los esclavos fugitivos, a los calumniadores y a los ladrones se les marcaba la frente con un hierro candente. Constantino fue quien promulgó que las iniciales de estas marcas se hicieran en brazos y piernas.
Los esclavos se convertían en libertos si así lo expresaba por escrito su dominus. Sin embargo quedaban ligados a sus antiguos propietarios, entregando una serie de tributos anuales o trabajando para ellos unas cuantas horas semanales.
Roma tuvo colonias romanas, fundaciones de ciudadanos romanos; colonias latinas, donde se asentaban los indígenas de condición latina; ciudades libres o federadas, autónomas y que no pagaban tributos, ciudades estipendiarias, y las que pagaban un tributo aunque eran libres.
El agua de las fuentes era libre y procedía de acueductos regulados por cálices de bronce que actuaban como válvulas. Las calles de Roma nunca tuvieron nombres ni las casas estaban numeradas. Sólo las calles anchas de entre 4,5 y 7 metros tuvieron nombre.
Las basílicas fueron los lugares donde se impartió justicia, hasta que el nombre de las mismas fue usado por el cristianismo cuando ocupó estos templos.
Las tabernae fueron los mercados locales. El Foro Olitorio se especializó en productos agrícolas. Y el Foro Boario en la venta de carne.
Los comportamientos indebidos se pagaban con noche en el calabozo. Habían vigiles durante la noche y una cohorte urbana durante el día. La lucha contra el crimen quedaba en manos de los ciudadanos. Los juicios tenían lugar en el anfiteatro siendo públicos y enjuiciados por un pretor, en base a la llamada Ley de las Doce Tablas, el primer código legislativo. Se podía acabar en la cárcel, aunque lo más habitual era un castigo o el exilio. Las penas de muerte de ciudadanos romanos acababan con la decapitación. Los que no eran romanos eran flagelados hasta la muerte, quemados, crucificados o arrojados a las bestias.
La típica casa roma siempre fue la domus. El atrium siempre fue un patio central rodeado de un pórtico en el cual se distribuyen las estancias de la vivienda. El vano o compluvium captaba el agua de los canales que caía en el estanque o impluvium. El perystylum es un jardín circundado por un pórtico columnado.
Las cubícula son los dormitorios, pequeños y carentes de ventilación. Los pavimentos y las paredes se decoraban con mosaicos y los techos con estucos.
El Triclinium fue la sala del almuerzo. El Tablinium fue la sala de recepción. El Cella la sala de los esclavos. La domus tuvo biblioteca, cocina, retretes, baños e incluso solárium en el piso superior.
La iluminación fue proporcionada por hacernas y candelabros. Todos los armarios estaban cerrados con llave y se usaban para guardar objetos. El vestibulum es donde se almacenan los ropajes.
El sgabelo era un taburete con cuatro patas. La sella es una silla con brazos. La catedra fue una butaca con respaldo curvo.
La mayoría de la población vivía en las insulae, edificios de varios pisos de altura. Las habitaciones cumplían varias funciones, aunque no se cocinaba en ellas por temor que se quemaran. Así que se cocinaba en la calle. Las insulae llegaron a medir 20 metros de altura y alcanzaron hasta 7 pisos. El color de las paredes de estos pisos casi siempre fue el naranja, el azul y el rojo pompeyano.
En las plantas inferiores había agua corriente, mientras en los pisos superiores no había. Las aguas sucias se arrojaban a la calle por la ventana, pues no había desagües en las viviendas.
En las plantas bajas vivían los dueños de tabernae o tiendas.
Los romanos, llegado el óbito de un pariente, recogían con un último beso su aliento. Las pompas fúnebres se llamaban polinctores. Se lavaba el cuerpo del difunto con agua caliente, se le untaban ungüentos, y se le embalsamaba después de haberlo vestido con sus mejores hábitos. Se le colocaba una guirnalda en la cabeza, bajo la lengua una moneda para pagar a Caronte, y alrededor del difunto se colocaban lámparas y candelabros donde se arrojaban flores y coronas en señal de luto. Las plañideras le lloraban y se arrancaban el pelo.
Durante el trayecto a la necrópolis se pronunciaba su nombre una y otra vez, la conclamatio. En el Foro romano de cada ciudad se podía proceder a exhibir al difunto públicamente.
Los plebeyos eran enterrados en un ataúd de madera. Los nobles se solían quemar en una pira funeraria. El féretro o lectus se solía depositar en buenos lacus con cipreses, estatuas y bien decorados. La Vía Apia, según la ley romana, estaba flanqueada de estas tumbas, ya que no se permitían los enterramientos dentro de la ciudad.
En cuanto a la vestimenta romana consistía en una túnica holgada, corta o larga. Si hacía frío se cubría con un manto o una segunda túnica más gruesa. La prenda por antonomasia era la toga, portada sobre la túnica. La toga era semicircular y medía 6 metros, con lo cual se necesitaba un esclavo para acondicionarla.
Hubo prendas con capucha, como el cucullus, el birrus y la canacalla.
Las mujeres vistieron la palla, velo rectangular que se colocaba encima de los hombros y que servía para cubrir la cabeza cuando se requería. También contaron con stola, la túnica holgada y ajustada con dos cinturones. Y mientras la stola masculina era beige, la femenina podía ser rojo, verde, azul o negro.
La ropa interior de las mujeres consistía en una subucula, un slip. Usaban sujetador, el mamillar o fascia pectoralis. Los hombres usaban un taparrabos de lino, el subligar.
Los pantalones fueron moda de los germanos y celtas. Sólo los legionarios comenzaron a usarlos a partir del siglo II.
Sobre calzado se disponía de sandalias, soleae; zapatos, calcei; y botas, caligae.
Las sandalias, moda griega, eran simples suelas de cuero con lazos o cordones. En determinados ambientes no se llevaban; aunque Marco Antonio era tildado de plebeyo por usarlas a todas horas.
Los zapatos de tradición etrusca eran los más habituales. No llevan tacón y tenían suelas de cinco milímetros de espesor. Son muy parecidos a los actuales mocasines y se llevaban con la toga. El calceus senatorius de los senadores era de color rojo.
La plebe contaba con zuecos de corcho o de madera, las sculponae.
Las botas servían mucho a los campesinos y soldados. Las suelas llevaban tachuelas de hierro o cobre.
Los romanos se lavan el cuerpo en sus baños, las lavatrinas, una vez cada semana o una vez cada nueve días. Seneca afirmaba que se lavaban a diario cara, manos y piernas, si bien cada día estaban en remojo en las termas.
A las mujeres les gustaba maquillarse el rostro de color blanco, con una mezcla de yeso, harina de habas, sulfato de calcio y albayalde. El vinagre, la miel y el aceite de oliva aclaraban el rostro. Los pómulos se resaltaban en rojo, símbolo de la buena salud. El carmín labial se obtenía de líquenes de moluscos, con frutas podridas o nimio. Para la sombra de las ojos se usaba la ceniza y la azurita, dando un color azul. Los ojos se perfilaban con galena o polvo de antimonio.
La esposa de Nerón inventó la primera mascarilla facial, a base de leche de burra y una mezcla de pasta, que se aplicaba antes de acostarse. Cleopatra se hacía acompañar de cientos de burras en sus viajes, para que le proporcionaran un baño matutino de leche de burra hidratante.
Hubo más de 60 tipos de perfumes, que costaban a dos denarios el gramo. Un perfume medio te podía llegar a costar entre 5 y 17 denarios en total.
Se considera a Escipión el Africano el primero en imponer la moda de afeitarse a diario. Marco Claudio Marcelo fue el primero en aparecer en monedas romanas totalmente afeitado.
El color azul y el naranja en el pelo teñido era propio de prostitutas, para identificarse ante los clientes.
Las mujeres romanas tenían costumbre de depilarse íntegramente. Lo hacían con pinzas de metal, las forcipes aduncae; también lo hacían con unas cataplasmas resinosas.
En la limpieza bucal se usaba el vinagre, los nitratos, la soda y el bicarbonato.
A partir del siglo II d.C. aparecieron los primeros baños termales. A la hora del mediodía se comenzaban a encender los hornos, dándose la apertura mediante un gong. Las termas se calentaban mediante hypocausis, hornos de carbón de leña.
El billete de acceso a las termas era muy económico, siendo niños, soldados y esclavos los que no pagaban. Se abonaba, eso sí, por los servicios prestados, masajes, por ejemplo.
La entrada principal conducía a la natatio, una inmensa piscina de profundidad no superior a un metro, pues los romanos no saben nadar.
El agua de las temas llegaba desde los acueductos y se almacenaba en cisternas. Las salas más importante fueron la apodyterium, el vestidor; la tepidarium, la piscina de aguas templadas; la caldarium, la sala de vapor o de aguas calientes; la frigidarium, donde se tomaban baños de agua fría; la laconicum, sala de aires cálidos que corrían entre las paredes. Las unctorium fueron las salas de masajes, las salas de depilación se llamaron alipius.
En la Roma de Trajano hubo 144 letrinas públicas. No había cortinas entre uno y otro ambiente, con lo que no existía intimidad. Se trataba de bancadas largas, y bajo éstas un canal de agua constante que desaguaba en las cloacas. La limpieza se llevaba a cabo con una esponja adosada a un bastón, sumergida en una bañera de mármol en medio de la habitación.
El desayuno o jentaculum constaba de gachas de harina de trigo, tortas, panes, dulces con miel, mermeladas, leche, frutas y queso.
El almuerzo o prandium se solía realizar en las thermopolia, es decir, en las cantinas o tabernas. Se podía comer en el interior o exterior. Se servían legumbres, huevos, aceitunas, quesos, anchoas, higos o cebollas. El plato más solicitado era el pipenatum, una mezcla de pimienta, miel, vino y agua caliente.
Los banquetes se daban con hortalizas (espárragos y alcachofas sólo eran para los más adinerados). Procedente de Oriente llegaron frutas como la manzana, la pera, la cereza, la uva, la nuez, la almendra, la castaña y los dátiles. Se consumía mucho pescado y aves. La carne solía ser de cerdo, buey, cordero, oveja, cabra, gamo y gacela.
Los banquetes comenzaban no muy tarde, en hora diurna, en hora octva o diurna (dos o tres de la tarde en nuestro horario actual). Los comensales se acomodaban en tricilinios, apoyando su codo izquierdo. El nomemclator era el encargado de presentar a los comensales, según fueran llegando. Los banquetes podían prolongarse 6 ó 10 horas, y eran amenizados por músicos que tocaban flautas, liras y tambores. Contaban con bailarines, acróbatas y bufones.
Estos banquetes contaban con entrantes, los llamados gustus. En la primera mena se solían servir una gran cantidad de asados. En la segunda mena se servían picantes y frutos secos para estimular la sed de vino. Algunos banquetes eran tan abundantes que algunos invitados acudían al vomitorium para introducir plumas de pavo real en la garganta y provocar el vómito.
No es cierto que los banquetes acabaran en orgías.
Con la conmitattio, al finalizar el banquete, comenzaba el turno de beber varias copas de vino de un solo trago. Nunca fue signo de mala educación coger la comida con las manos, aunque ya existían los cubiertos.
Hablemos ahora de gladiadores romanos.
Empecemos por tipos de gladiadores. He aquí la lista:
- Reciario. Con red en mano derecha, tridente, puñal y protector del brazo izquierdo.
- Perseguidor. Casco integral, y escudo grande, rectangular y curvo.
- Mirmilón, Casco con cresta, escudo grande, rectangular y curvo.
- Tracio. Casco integral, escudo pequeño y redondo. Con espada corta.
- Hoplómaco. Escudo redondo, casco, grebas (espinilleras) metálicas y altas, lanza y manica (protector brazo derecho).
- Dimachareus. Sin protección alguna y dos espadas.
- Esedario. Combatiente desde carro.
- Caballero. Casco, escudo redondo, protector de las piernas, y caballo.
- Gladiador ligero. Casco, túnica ligera, protector de las piernas, y espada.
Antes de comenzar el espectáculo, la última cena se llamaba «cena libera», con grandes manjares, por si se trataba de la última comida de su vida. Los gladiadores se encomendaban a Némesis, diosa de la fortuna y la venganza.
Los combates podían terminar con el público pidiendo «Mite» (perdónalo), «Iugula» (degüellalo), o proclamando «Nica», la victoria del gladiador.
Y ahora viene lo mejor. Los signos con los dedos de la mano, los auténticos, lejos de aquellos que nos han vendido en las películas.
Esto era lo que pedía el público:
- Pulgar hacia arriba. Significa que se vaya al Olimpo, es decir, matar al oponente. Ya sé que en las películas lo explican al revés.
- Pulgar hacia abajo. Dejar la espada.
- Pulgar extendido con el mismo apuntando a la garganta. Matar al vencido.
- Dos dedos extendidos. Solicitar el perdón.
El gladiador moría con honor, extendiendo su cabeza hacia atrás, mientras el oponente le clavaba la espada hasta el corazón.
Un tipo disfrazado de Mercurio acudía hasta el cuerpo inerte y le aplicaba un hierro candente para asegurarse de que estaba muerto. Otro tipo disfrazado de Caronte le golpeaba con un martillo.
El cuerpo se conducía al Spolarium, se le despojaban de las armas y se le daba entierro en una tumba con epitafio.
Los que alcanzaban varias victorias recibían la Rudis, la espada de madera que demostraba haber alcanzado la libertad. En ese caso se convertían en libertos o bien en doctores, entrenadores de gladiadores.
Los Ludi Romani, los juegos romanos, se prolongaban durante 16 días, del 4 al 29 de septiembre. Comenzaron a celebrarse en honor de Júpiter Optimo Máximo desde el 390 a.C.. En el 212 a.C. se instauraron Los Ludi Apollinares, en honor a Apolo. Y en el 204 a.C. los Ludi Megalenses, dedicados a Cibeles y la Dea Mater.
Las ceremonias previas a los juegos consistían en el sorteo de parejas, la probatio armorum.
Todo gladiador victorioso, tras quitarse el yelmo, recibía una palma, símbolo de la victoria, junto a dos platos repletos de oro. Las escuelas de gladiadores se llamaban Ludus.
Fueron muy importantes las Naumaquias, los simulacros de combates navales. En estos escenarios también tuvo lugar las venationes, las cacerías de animales salvajes. Los venatores luchaban contra las fieras.
Las carreras de cuádrigas fueron un gran negocio, con cuadras privadas que tenían sus propios seguidores, identificados por sus colores. Durante la carrera, al completar una vuelta, los aurigas contabilizaban las vueltas retirando uno de los siete huevos colocados en las spina, las barreras centrales.
Vespasiano comenzó las obras del Coliseo romano en los años 70 y fue su hijo Tito quien lo inauguró en el año 82. El Coliseo tenía capacidad para 45.000 espectadores. Su arena consistía en una plataforma ovalada, construida en madera y cubierta de tierra. El subsuelo presentaba un complejo entramado de túneles y mazmorras que daban cabida a los gladiadores, los condenados a muerte y los animales. Contaba con 80 puertas de acceso (66 de ellas para espectadores de a pie, 2 para la familia imperial y su séquito, y 2 para los gladiadores). El acceso de los pasillos hasta las gradas se efectuaba a través de los vomitoria.
Los pisos más elevados, realizados en madera, daban asiento a las mujeres.
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